miércoles, 14 de noviembre de 2012


A casi un mes de que termine mi primer semestre, han pasado varios sucesos nuevos e interesantes en mi vida.

Volver a hacer un examen de manera presencial, poner atención durante 4 hrs. a un maestro, no solo aprender y comprender cada tema, también a saber como manejarme en el transporte público, ahora se me hace más fácil andar en metro y de noche, creo que efectivamente la antropofobia cada vez es menos notoria.

Las salidas han sido más frecuentes, es raro cuando estoy en casa. 

En un principio me hacia acompañar de mis compañeros, salíamos de la escuela y de regreso cada quien por su lado, al menos era un gran ventaja que me dejaran en el metro sin tener que trasbordar a otra línea. Ahora cada vez es más común llegar sola, se me ha hecho una costumbre buscar la manera de llegar al metro universidad, por la línea azul es un caos para llegar a casa.

Me he dado cuenta de mis límites como ser humano para soportar y convivir. Hay quienes ya puedo considerar mis amigos y a otros aún no los conozco del todo pero me es agradable entablar una conversación, y de plano con quien solo decir lo “necesario”.

Con mis compañeros he tenido varias “aventuras” desde el primer día de clase. Recuerdo que fuimos a la pirámide de Cuicuilco, y para llegar nos salimos de la escuela dándole toda la vuelta al periférico para entrar por la zona arqueológica, y todo esto por no percatarnos que hay una puerta que permite el acceso desde el estacionamiento o como localmente se conoce “la marimba”, el cual es un lugar destinado al “sano”  esparcimiento.

Un dato curioso de la primera semana, fue haber estado con el  Dr. Mandrilowski, si por él llegue a la ENAH, y lo mejor y más chido, fue haber estado en la cabina de “Radio Zapote”, le tengo un ¿cariño? especial a ese espacio; Mandrilowski nos dio un recorrido a mí y a algunos de mis compañeras para conocer las instalaciones, pero al parecer nosotros se lo dimos a él, además de que terminamos por preguntarle al poli.

Hace un par de días acompañé a mis compañeros  al comedor público que está a unas cuadras de la escuela, yo no ingerí alimentos a pesar de que es: !gratis! no por puritana de comer en un lugar público, sino por el tacto de comer en un lugar destinado a personas de escasos recursos. Me gustó la forma en que está organizado:

Se hace una fila y lo primero que hacen es lavarse las manos, posteriormente les dan su plato con sus respectivas tres tortillas y su vaso, por último cada quien lava su plato.

Fue divertido y gracioso observarlos, pude percatarme que tres tortillas no son suficientes para algunas personas, el sr. Con quien compartieron mesa llevaba su kilo de tortillas, a mis compañeros no les faltaban ganas de pedirle una tortilla.

Antes tenía mi lista “nunca he hecho” ahora paso a ser “nunca imaginé hacer”...

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